El origen de la palabra sincera proviene de la época del renacimiento. Cuando los escultores cometían un error mientras tallaban esculturas de mármol,
disimulaban esos defectos con cera. Así, una escultura que no tenía ningún defecto y no necesitaba retoques era reconocida como una escultura “sin cera”.
Con el tiempo, la definición de esta palabra evolucionó hasta la conclusión de que quien no oculta nada, es una persona sincera. Queremos ser sinceros contigo: somos una chocolatería sincera.